Cobweb (2023)
Como si ya nos encontráramos en octubre y sus estrenos, por tercera semana consecutiva me ha tocado escribir sobre una película de terror. No es queja, ya que amo el género, a pesar de que la calidad, estilo y originalidad de las tres ha variado. Esta ocasión la cinta a reseñar lleva por nombre Cobweb (telaraña), titulada de forma simplona y genérica en nuestro país como “No tengas miedo”, misma que supone la ópera prima del director Samuel Bodin. ¿Es este un debut atinado? Veamos primero de que trata la historia antes de profundizar en esto.
En vísperas de la noche de Halloween, Peter (Woody Norman), un niño de 8 años, retraído y víctima de acoso en su escuela dice a sus padres que quiere salir a pedir dulces la noche de brujas. Al instante, la cálida actitud de estos, Mark (Antony Starr) y Carol (Lizzy Caplan) cambia, indicándole de manera tajante que su anhelo no será posible, recordándole una terrible historia local sobre una niña que desapareció años atrás en esa misma fecha, con evidente contrariedad en el rostro de ambos. Hasta aquí, una historia de manual sobre unos padres sobreprotectores que cuidan al extremo a su único hijo. Es al llegar el momento de dormir que el pequeño Peter se levanta de su cama, realizando una acción que parece no ser la primera vez que lleva a cabo, dando tres ligeros golpes en la pared, mismos que son respondidos de la misma forma desde el otro lado. El niño, asustado, busca a sus padres, quienes le indican con insistencia que todo está en su imaginación, como suele suceder en este tipo de tramas. Conforme avanzan las noches, la supuesta presencia imaginada por el niño que habita en las paredes se va haciendo más notoria, llegando a hablarle, entablando conversaciones que lo harán dudar sobre quiénes son sus padres en realidad, cosa que se acentúa por un comportamiento errático, misterioso, agresivo y extremo por parte de ellos; así como el origen mismo de la voz que le ha revelado algunas cuestiones que pueden o no ser verdad, pero que logran influir en el comportamiento de Peter, haciéndolo actuar de formas que jamás haría, dudar de él mismo y de todo lo que conoce. A la par de lo anterior, Miss Devine (Cleopatra Coleman), una maestra sustituta que conoce a Peter tratará de acercarse a él, al ser la única que se da cuenta que algo no está bien en el hogar del niño, así como el repentino cambio en la personalidad de este.
Cobweb es una película efectiva, eso no voy a negarlo, sobre todo gracias a los actores que seleccionaron para interpretar a los protagonistas y al ritmo que se mantiene a tropezones durante casi toda la proyección, ya que logran mantenerte interesado y algunas secuencias están muy bien logradas; pero el principal problema es su total falta de originalidad. La historia es demasiado cercana a un cine de terror que ya no se realiza, antes de que el slasher se reinventara y volviera a tomar fuerza, o de que el terror elevado se pusiera de moda. En este sentido, la película se siente un poco obsoleta, a pesar de estar bien manufacturada y contar con un reparto solvente, punto del que hablare primero, antes de saltar directamente a los que considero, a mi punto de vista, los principales lastres de la cinta.
Antony Starr y, sobre todo, Lizzy Caplan, provocan con sus actuaciones mucho más terror que la presencia que al parecer habita en su hogar. Sus interpretaciones rozan lo demencial, incluso por instantes la sobreactuación, pero logran navegar de forma más que eficaz para hacerte dudar si se trata de un par de padres preocupados por el bienestar de su único hijo o si por el contrario son ellos de los que el niño debe cuidarse. Aunque él llega a repetir la manera en que interpreta a su famoso Homelander de la serie The Boys, con sus mismas miradas y gestos, logra hacerse temer ante los ojos de su hijo y los espectadores con explosiones de ira que se dejan ver por entre las grietas que fisuran su apariencia de padre modelo; ella, por momentos haciéndonos recordar a la Margaret White de Carrie, sólo que sin el fanatismo religioso, proyecta muchas más facetas en una mujer que adora a su hijo, pero que no duda en llegar a extremos de aparente locura movida por el miedo y la culpa. Junto al dueto de histriones, Woody Norman, quien ya había demostrado su talento en la película C’mon C’mon (2021), logra con su actuación plagada de terror, frustración y opresión, formar un triángulo que funciona de manera eficaz para que la historia se sostenga a pesar de los baches argumentales y los momentos en que el ritmo decae, debido a la poca pericia del director para sobrellevar ciertas situaciones o definir el tono que quiere para su producto.
Y he aquí el principal problema que tiene Cobweb, su disperso y carente de coherencia guión, escrito por Chris Thomas Devlin quien sólo cuenta con un trabajo previo, la malograda versión para Netflix de Texas Chainsaw Massacre (2022), por lo que debemos agradecer que en este caso no se haya llegado al desastre monumental que vino a ser su único trabajo previo. Sumado a esto, por la misma línea, el director no tiene la destreza y tablas para que todo lo que tenía en la cabeza fuera por buen rumbo, dejándonos con una cantidad inmensa de buenas intenciones no logradas y un extenso número de referencias, copias u homenajes, que bien pudieron ser planeados o resultaron ideas vistas en otras producciones que permearon en el desarrollo de su historia al momento de realizar esta cinta.
Esto lo digo, porque desde el primer acto de la historia, para todos los fanáticos del género, una serie de películas saltan a nuestra mente, como el caso de la ya mencionada Carrie (1976), la comedia negra de terror Parents (1989) pero, sobre todo, The People Under the Stairs (1991), un producto casi olvidado del maestro Wes Craven, con quien comparte similitudes, pero sin llegar a los extremos de densidad que se logró en esta última; para el segundo acto, pareciera que hemos comenzado a ver una película diferente, donde incluso alguna maravilla animada como Coraline (2009) y cintas que podrían resultar desconocidas, si no fuera por el gusto culposo de un servidor, como Gallows Hill (2013) o The Disappointments Room (2016), se hacen presentes con el giro que se da en la trama; para llegar a ese último acto en donde todo se sale de control, rozando lo sobrenatural, y la película vuelve a dar un cambio en toda su estructura, recordando la secuencia final del reciente intento (no muy aplaudido) de James Wan por emular el estilo giallo italiano, Malignant (2021) u otras tantas pertenecientes al J-Horror.
Pues bueno, Cobweb es como si hubieras tomado una licuadora, metido en ella todas estas historias previas y te hubiera dado como resultado algo tan dispar y sin forma, como las bebidas extremadamente mezcladas con diversos alcoholes de dudosa calidad, que uno acostumbraba a tomar en los bares en su juventud, sabiendo que el resultado podría ser desastroso y dañino, pero que aun así consumíamos. No hay otra manera de describir este producto, ya que entras a la sala y por algún extraño motivo, estando al tanto de que lo que observas no tiene una buena estructura narrativa, te mantiene con la mirada en la pantalla, esperando para saber cuál de las posibilidades que ya contemplaste será la que al final resulte la verdadera. Porque eso sí, no existe la mínima intención de sorprender y, por lo menos con todos los que he comentado la película, supusieron el desenlace (mismo que queda demasiado abierto a la interpretación) desde mucho antes de que llegue el final.
Cobweb es en debut decente, sólo decente, para un director que ha demostrado saber dirigir a sus actores (o fue el talento de ellos, ya se verá), que por lo menos en el aspecto visual (o los aspectos, porque la cinta cambia de atmosfera en cada acto) ha logrado un producto mucho más efectivo y logrado técnicamente que la mayoría de las producciones de terror que se estrenan cada año. Disfrutable si no tienes alguna clase de aspiración intelectual, sí sólo vas al cine para dejarte llevar, y que posiblemente tenga mayor repercusión una vez que llegue a algún streaming, ya que su taquilla estadounidense fue deplorable al estrenarla en medio de peces más grandes. No la mejor de su género, pero tampoco la peor, por lo que si llegan a encontrarla en alguna sala, puede ser una buena opción para pasar un rato de divertida tensión, para los que nos gusta ese sentimiento.