Mezquite: la fuerza de seguir bailando

  • La compañía presentó un programa de estrenos para conmemorar sus 25 años, el pasado 7 de junio

Cuando vi la portada del programa de mano de la función de estrenos por el 25 aniversario de Mezquite, danza contemporánea; vino a mi memoria la coreografía “Falta de calcio”, montada por la compañía a inicios de la década del 2000, autoría de la coreógrafa Adriana Castaños.

Vino a mi memoria porque los bailarines en la foto, lucen un vestuario gris similar al de aquella obra, vestido en las mujeres, pantalón y camisa en los hombres, un vestuario que los hace ver libres, entregados al movimiento, apasionados, pero libres. 

En aquel año, creo que el 2004 o 2005, Jaime Hinojosa me invitó a bailar esa coreografía. Cuando empezó el montaje me pidió traer a la memoria un recuerdo relacionado con el agua. El resultado fue una obra profundamente emocional, líquida y suave. Es un estilo y sobre todo un sentimiento que la compañía sigue conservando.

La primera obra del programa que se presentó el pasado 7 de junio en el Teatro Isauro Martínez, fue “Espejismos” del coreógrafo radicado en Monterrey, Mizraim Araujo. Una obra de conexión, de contacto, con un dibujo de movimientos en el escenario que parecieran el trazo de una pintura. En el suelo había un espejismo que hacía más profundo el movimiento.

Fotos: Cortesía Mezquite DC.

En esta función de estrenos Mezquite presentó dos obras de jóvenes que son alumnos de la Escuela Municipal de Danza Contemporánea, con propuestas sensibles, con una técnica limpia. “Piroquinesis”, bailada por las tres mujeres de la compañía, que son Sara Ovalle, Berenice Ovalle y Alpha Ríos, un trío de movimiento en comunión.

Después vino “Dejá vú”, interpretada por alumnos de la misma escuela de danza. Una coreografía grupal y en sintonía, que deja ver la libertad y compromiso con la danza de la siguiente generación de bailarines.

La cuarta obra fue “Solo para una mujer sola”, coreografía de Jaime Hinojosa para Sara Ovalle. Toda la pieza fue poética, pasional y con un sentimiento de soledad, que pone de manifiesto la madurez de la bailarina que es, sin duda, la mejor y más preparada que hay en La Laguna en el arte dancístico.

Sara Ovalle ha crecido en técnica, interpretación y ha roto sus mismos esquemas, es una bailarina consolida y esta obra lo demostró.

La noche cerró con “Aqueronte”, pieza de Sara Ovalle para todos los integrantes de la compañía, que terminó con una imagen poética: una columna de arena cayó del techo sobre el cuerpo de los bailarines, quienes la recibieron como si fuera la luz de un río que los llenaba de paz, tal vez, de esa fuerza necesaria para seguir bailando.