Nope (2022)
A pesar de contar con una carrera de casi 20 años como actor y guionista, el nombre de Jordan Peele se ha vuelto un referente dentro de la industria cinematográfica de 5 años a la fecha. El motivo de esto fue su debut como director con la cinta de Blumhouse Productions, Get Out, éxito económico internacional aclamado por la crítica. Esta lo convertiría en el primer afroamericano en recibir el premio Oscar en la categoría de Guion Original, así como sumar otras tres nominaciones para su ópera prima, en los apartados de Película, Dirección (Peele también estuvo nominado en ambas categorías) y Actor Protagonista (Daniel Kaluuya).
Aunque tardaría dos años en volver a dirigir, se desempeñó como productor en BlacKkKlansman (2018) de Spike Lee, comedia dramática con tintes sociales que recibió el beneplácito crítico y le regalaría una nueva nominación en la categoría principal, motivo por el que su siguiente proyecto como director era esperado por muchos con altas expectativas. Cuando su segunda película, Us (2019), se estrenó, si bien de manera más divisiva que la anterior, el éxito económico y los comentarios de profesionales fueron casi idénticos, reafirmando su estatus dentro de la industria.
El público, ávido de otra película del realizador, tuvo que conformarse por un tiempo con su trabajo como productor y guionista en series de televisión como Hunters, The Twilight Zone o Lovecraft Country, y la película Candyman (2021), reboot/continuación de la famosa cinta de 1992; pero este periodo de espera ha terminado, con el estreno hace un mes de su tercer largometraje como director, la película Nope, misma que acaba de ser proyectada en salas mexicanas.
Después de haber reinventado el tema de la usurpación de cuerpos y criticar el racismo en Get Out, y de realizar un estudio del capitalismo y el sistema de clases con doppelgängers en Us, Peele decidió en esta ocasión explorar un poco más allá, en todo sentido, al escribir una historia que tiene como eje central la vida extraterrestre. Los que hemos seguido su carrera, sabemos que la simple historia de invasión alienígena mostrada en el trailer era tan sólo la primera capa de una historia mucho más compleja, cosa que queda demostrada desde el inicio de la película, con la aparición de una cita bíblica del Libro de Nahúm, mientras de fondo se escuchan las voces de lo que parece ser una sitcom, para que, cuando por fin podemos ver las primeras imágenes, se nos regale un potente y sangriento inicio, con un protagonista que resulta perturbador. Sin saber lo que está ocurriendo en realidad o el momento en que ese evento sucedió, la película salta a un rancho en california propiedad de la familia Haywood, conformada por el patriarca Otis Sr (Keith David) y Otis Jr (Daniel Kaluuya), quienes se dedican a criar y entrenar caballos para producciones cinematográficas. No han pasado siquiera cinco minutos de conocer a estos personajes, cuando ocurre otro suceso extraño, una lluvia de objetos que caen a gran velocidad desde el cielo, por un supuesto accidente aéreo, los cuales terminan por herir al mayor de los dos, quien es llevado al hospital por su hijo, pero el daño ha sido tan grande que termina perdiendo la vida.
La historia vuelve a cambiar, pero ahora en tiempo, viajando 6 meses al futuro, donde un Otis Jr lucha por mantener a flote el negocio familiar, pero al no contar con el carisma y talento para adiestrar a los caballos de su padre, no lo ha logrado del todo bien. Es en un set de grabación, donde trata de realizar su trabajo, en donde se nos presenta a su, no mencionada hasta el momento, hermana Emerald aka Em (Keke Palmer), quien llega tarde para realizar la presentación de sus servicios, pero que no tarda en captar la atención de todos (y empezar a robarse la película) al haber heredado el encanto de su padre, aunque no la pasión por desempeñar dicho oficio. Para su infortunio, las cosas no salen como lo planearon y no consiguen el trabajo, situación que obliga a Otis Jr a revelarle a su hermana que, debido a la mala racha económica del negocio, está por vender 10 de los caballos que poseen a Ricky ‘Jupe’ Park (Steven Yeun), propietario de un parque temático western y quien resulta el lazo que une a la historia de los hermanos con la escena que vimos al iniciar la película.
Es después de esta larga introducción, porque en realidad se trata de eso, que al regresar a su rancho, a la par de mostramos ciertas fricciones entre los hermanos por sucesos del pasado y sus personalidades contrastantes, Otis Jr es testigo del primer avistamiento de algo que no logra identificar, pero que sabe se esconde entre las nubes. Emerald, después del miedo inicial, ve en este suceso la oportunidad de monetizarlo para salir de sus problemas económicos, incitando a su hermano a comprar cámaras para grabar lo que está ocurriendo, conociendo en el proceso a Angel (Brandon Perea), empleado de la tienda donde las adquieren, y que termina formando equipo con ellos en su misión de captar en imagen el fenómeno que está aconteciendo en la propiedad de los Haywood.
¿Pareciera que he contado toda la trama? Pues no, porque como expuse, a pesar de llevarse casi 30 minutos de la película, es tan sólo la presentación de los personajes, sus personalidades y los roles que desempeñaran en la historia. A partir de este momento es cuando la trama toma cierta velocidad, aunque no de manera tajante como en otras producciones, ya que es hasta que ha transcurrido 1 hora de metraje (demasiado para mi gusto) que la verdadera historia arranca y se descubre el rumbo que ha decidió el director en esta ocasión, con sus giros acostumbrados, sus referencias y metáforas, así como el despliegue visual que en esta ocasión tiene mucho más peso que en sus dos cintas anteriores.
Como en los trabajos previos del realizador, las subtramas y mensajes bajo las imágenes son mucho más importantes que lo que se ve en pantalla, ya que, a pesar de que sus productos pueden ser considerados comerciales, ha sabido utilizar esos presupuestos que aumentan con cada una de las cintas que le autorizan, para contar historias que pueden pertenecer al subgénero del terror elevado. Las películas de Peele no son simples historias de terror, siempre hay algo escondido que termina haciéndonos ruido una vez que la función termina, y en este caso sucede lo mismo, aunque en esta ocasión ha fallado al momento de amalgamar todas esas ideas en un todo que funcione como lo hicieron sus producciones pasadas. La obsesión con la fama, el medio del espectáculo como tal, la manera en que los artistas se obsesionan con la perfección, la imagen por sobre la verdad, el uso de animales en cine y televisión, el mismo peso que tiene la familia y un largo etcétera son explotados por el guión pero, y a pesar de su originalidad, algunas de las historias alternas o temas que se trataron de abordar se sienten fuera de lugar o forzados al tratar de regresar a ellos.
El caso del personaje de Steven Yeun es el ejemplo más claro de esto. Después de revelársenos su pasado y la relación que tiene con la secuencia inicial (la cual se basa en la historia mediática acontecida en el 2009 con un chimpancé de nombre Travis), su peso se pierde hasta otro momento impactante de la cinta, en el que se nos muestra que el ser humano no ha aprendido de sus errores, por el contrario, los ha magnificado hasta un grado en el que las víctimas y daños colaterales de sus acciones superan por mucho lo visto al principio. Estás dos escenas, incluida una repetición de la primera con metraje extendido, pueden considerarse momentos puntuales en cuanto a tensión se refiere, pero terminan sintiéndose parte de otra película. Jupe tiene un trauma nacido en su pasado, uno que coartó su posibilidad de volverse una estrella y que lo marcó de por vida, por lo que se entiende su intento por superarlo al tratar de volverse famoso al controlar a otra “bestia”, pero en ningún momento sentimos esto como parte orgánica en la trama, por más que le director lo intenta, no logra que se perciban como un aporte a la historia principal, que es la de los hermanos Haywood y su lucha contra la creatura espacial. Incluso dentro de la historia familiar, existen algunos aspectos en los que no se hace énfasis, como el hecho de que la figura paterna pese tanto, pero jamás se haga mención alguna sobre la madre, más allá de un close up a la fotografía de una mujer en la sala del rancho, que el espectador puede tomar como tal, ya que se realiza en un momento crucial. Estas cuestiones, sumadas a la, a mi gusto, excesiva duración de la cinta (2rs 10 min), hacen que ciertos momentos o secuencias se sientan sobradas y lentas, ya que la película podría haber durado menos sin que eso afectara su desarrollo; por el contrario, lo agilizaría y daría mejor forma. Aun así, con las debilidades que el guión pueda padecer en estructura, la marca del realizador se nota, con sus diálogos agiles y cómicos (referencias como la de TMZ incluidas), aun al tocar temas densos, que nos recuerdan sus orígenes como comediante; las acciones un poco más realistas de sus personajes ante ciertas situaciones (de ahí una de las razones del título) dotan de frescura un producto que ya lo era al variar la clásica historia de OVNIS de una manera que es mejor no contar para no echar a perder la experiencia del espectador, pero que diré es por demás atinada.
En este sentido, Peele, quien siempre me ha parecido mejor guionista que director, aunque sobresaliente en ambas funciones, esta vez nos da, irónicamente, su proyecto mejor dirigido, pero el que más problemas tiene en cuanto a narrativa, más no por eso deficiente en este sentido. Cada uno de los casi 70 millones que costó se notan en el que es el proyecto de mayor envergadura que ha tenido bajo sus órdenes, haciendo ver que su lado de productor está en su mejor momento, al rodearse de los profesionales indicados para que lo que imaginó en su cabeza se reproduzca de la mejor manera. Hoyte Van Hoytema, colaborador habitual de Christopher Nolan, es quien más aplausos merece, ya que se encarga de fotografiar el desierto de california con su árida belleza, pero logrando volver terrorífico algo tan común como una nube; las secuencias grabadas en IMAX dotan a la cinta de un aire de magnificencia y gran escala que la hacen digna perteneciente del género de ciencia ficción, pero con un tino que luce por arriba de una superproducción genérica. Este trabajo visual, se complementa por un magnífico apartado sonoro que resulta vital para transmitirnos, junto con la música, la presencia de algo que acecha desde el cielo y nos provoca temor a pesar de no poderlo ver, logrando crear una atmosfera de tensión constante en situaciones que por lo general no la tienen, como una simple mirada a través de la ventana para contemplar el cielo nublado que se percibe en el horizonte.
Jordan Peele sabe su oficio, puede que no guste a todos y que en este caso pierda un poco el hilo de su historia, pero esto se olvida en esa última media hora, cargada de adrenalina, cuando el despliegue de efectos visuales llega a su punto máximo y podemos contemplar a la creatura en todo su esplendor, con una de las formas más elaboradas y hermosas que hemos visto para este tipo de seres terroríficos, que nos recuerda a los ángeles del anime Evangelion, lo cual no es de extrañar al notarse cierta aura de este tipo de animación, con referencias como el derrape de moto de Akira o el enfrentamiento final de la bestia en el cielo contra algo creado por el hombre. De la misma forma, es en esta última recta donde los actores dan lo mejor de sí, empezando por un Daniel Kaluuya que recupera su protagonismo después de haber permanecido en una gama gris, porque su personaje así está escrito, volviéndose el héroe indiscutible, junto a Keke Palmer quien sí brilla como nunca desde que aparece por primera vez en pantalla; junto a ellos, Brandon Perea mostrando un lado cómico que no le conocíamos y Michael Wincott llevando al extremo la extravagancia de un artista dispuesto a todo por captar la imagen perfecta.
Nope posiblemente no vaya a agradar a todos, sobre todo por su ritmo y final abierto a la interpretación, pero, a pesar de no tratarse de lo mejor de Peele, es una muy buena película en su estilo, que sirve para mostrarnos que el director puede realizar proyectos de mayor tamaño sin perder su esencia, y que hasta el momento no ha conocido la palabra fracaso, ya que se ha convertido en la cinta, no secuela, no reboot, no parte de una franquicia, con el mejor fin de semana de estreno en la época post pandemia, lo cual no es poco tomando en cuenta el estado en que se encuentra la taquilla mundial, y recordando que la cifra marcada en este mismo apartado, antes del Covid, fue Us, la anterior cinta del realizador. Tal vez un poco larga, pero un espectáculo visual que debe ser visto en la pantalla grande y que viene a reafirmar el talento de uno de los mejores directores del género y su generación.