Lightyear (2022)

Esta ocasión empezaré diferente, hablando de la polémica que se ha dado alrededor de la película. Para los que no la han visto, les confirmo que sí, efectivamente, durante los primeros 20 minutos de la película aparece una terrible, maquiavélica, aberrante, perversa y diabólica lesbiana. Lo sé, que terror.  La misma no está a cuadro todo ese tiempo, porque el daño sería irreparable para las mentes del mundo entero, así que aparece algo así como 10 minutos del metraje total; pero el mal está hecho, y no importa que la trama no gire alrededor de su historia, que sea otra más de las mujeres negras y gays para llenar la cuota o que tenga pocos diálogos, porque gente, sosténganse y traten de no desmayarse, es verdad que hay un beso entre dos mujeres de aproximadamente medio segundo. Sí, ese perturbador medio segundo en que dos mujeres apenas y tocan sus labios fue algo tan impactante y traumatizante, que ni siquiera alguien como yo, que ha visto seis veces A Serbian Film (2010), estaba preparado para semejante acto de perversión. Gracias dios algunos cines han optado por editar semejante escándalo visual. Y hasta aquí llega el sarcasmo y la importancia que le daré a un tema por demás, perdón por la palabra, estúpido; aunque posiblemente siga haciendo burla de este más adelante.

Ahora me centraré en lo que es importante, que es hablar de la película Lightyear como lo que es, una realización con muchos puntos para comentar, unos buenos, unos regulares y otros malos, como sucede con casi cualquier producto cinematográfico. 

Lo primero en lo que hay que hacer hincapié, sobre todo para los fanáticos de la franquicia Toy Story, es que esta historia no tiene nada que ver con la de los juguetes. Desde los primeros momentos de la proyección se nos indica que en 1995, Andy Davis aka el niño de Toy Story, vio una cinta sobre Buzz Lightyear, misma que le gustó mucho y por lo mismo se le regaló el juguete; la cinta en cuestión es la que nosotros estamos a un paso de ver. Esto puede jugar en contra, ya que los fans no verán en pantalla a ninguno de los personajes de la saga y el tono es muy diferente; pero en mi caso fue algo positivo, ya que nunca he sido parte de las hordas de adoradores de la película insignia de Pixar. Considero que son geniales, magníficamente realizadas y con guiones sobresalientes, pero no he podido empatizar con ellas nunca, de la misma manera en que tengo un rechazo inexplicable para con Anne Hathaway, a quien casi todo mundo ama. Pero bueno, ese es otro asunto y me estoy desviando del tema.

Volvamos a lo importante, la historia abre en una nave espacial donde viaja una cantidad considerable de humanos en animación suspendida, muy al estilo Passengers (2016), por lo que supongo que, como siempre, los humanos fuimos unos idiotas y destruimos la tierra o algo así, y están en búsqueda de algún planeta habitable, aunque esto jamás se menciona en la cinta. La inteligencia artificial que pilotea la nave despierta al Cadete Espacial del Comando Estelar, Buzz Lightyear, ya que ha detectado un planeta, llamado T’Kani Prime, donde al parecer hay vida.  La nave aterriza y se nos muestra que también se ha despertado a su oficial superior y mentora, Alisha Hawthorne (la terrorífica lesbiana) y a un novato para explorar las zonas cercanas a donde aterrizaron, sólo para descubrir al poco tiempo que, efectivamente, hay vida en el planeta, pero es hostil, tanto en flora como en fauna.

El trio lucha por volver a la nave, descubriendo que las plantas están tratando de destruirla, por lo que deben actuar deprisa para salir de ahí con vida. Como Buzz es el mejor piloto que existe, ahogado en su propio ego de macho alfa, apaga el piloto automático y no acepta ayuda del novato, lo que provoca, como todos lo vimos venir, que la nave termine estrellándose al poco tiempo de despegar, situación que los obliga a despertar al resto de la tripulación y explicarles lo sucedido. Para la mala suerte de todos, un cristal que sirve como combustible fue destruido en el choque, por lo que han quedado varados en ese planeta, viéndose obligados a montar una colonia y tratar de fabricar otro cristal que les ayude en su viaje espacial. Durante esta introducción, vemos como Buzz realiza numerosos intentos fallidos con los cristales fabricados, mismos que resultan en un avanzar del tiempo diferente entre él y el resto de la tripulación, ya que mientras realiza, en apariencia, viajes de aproximadamente 4 minutos, en el planeta transcurren 4 años, por lo que cada que sale al espacio, al volver nota como el resto de sus compañeros comienza a envejecer, al mismo tiempo que la colonia crece y todos han lográndolo adaptarse al planeta con cierto éxito, tener familias y avanzar.

Es después del primer viaje cuando Hawthorne le regala a Buzz un gato mecánico de nombre SOX para que le ayude en su transición a la nueva vida que todos están llevando; pero Buzz, ya sea por culpa o soberbia, se ha encaprichado con la idea de recrear el combustible y salir de ahí, de una manera tan intensa que hace ver al personaje de Glenn Close en Fatal Attraction (1987) como una neófita en el tema de las obsesiones. Tristemente, este empecinamiento provoca que después de un viaje, al regresar descubre que Hawthorne ha fallecido (y las mentes cerradas pueden respirar porque la lesbiana ha muerto) y el nuevo hombre al mando ha decidido no realizar más viajes, aceptando quedarse a vivir en ese planeta, órden que Buzz se niega a seguir, sobre todo cuando SOX, el adorable gatito mecánico que resulta más inteligente que los guionistas y todos los humanos juntos, le informa que ha descubierto la fórmula para crear el combustible ideal, por lo que ambos roban una nave y logran realizar su cometido, sólo para regresar al planeta y encontrarse con que, sin explicación alguna, han transcurrido 22 años, hubo una invasión de robots en el planeta, la colonia esta sellada para proteger a los humanos y no cuenta con el apoyo más que de un grupo de novatos conformados por la, ahora adulta nieta de Alisha, la cual no es lesbiana, no se asusten, Izzy Hawthorne; un joven de nombre Mo Morrison, quien pensaba renunciar ese mismo día; y Darby Steel, una anciana que se encuentra en libertad condicional por haber robado una nave años antes. Y en este momento termina el primer acto, que sirve como introducción de la película y hasta donde contaré la trama, ya que el resto debe descubrirlo el espectador. 

Creo que es imposible que Pixar haga una mala película, mala en realidad. Puede que no todas mantengan el mismo nivel de calidad narrativa, pero llegan a cumplir en el apartado técnico, como el caso de la saga Cars; mientras otras han resultado verdaderas joyas de la animación. Lightyear, lamentablemente cae en el primer grupo, ese que visualmente llena la cuota, pero cuyo guíon, desarrollo e historia no logran alcanzar la calidad de otras producciones de la casa. Esto puede tener varias razones, siendo la primera el tratarse de una película que, en teoría, fue realizada en los noventa, por lo que debe emular el estilo de cine de acción que se realizaba en aquella década, lo cual tendría sentido y no significaría un punto negativo como tal.

La cuestión es qué la cinta se queda a medias en su intención de homenajear a aquel cine, ya que sí se da libertades en algunas áreas, sobre todo socioculturales, para dejar desprotegidas otras como la creatividad característica de la marca. Lo que diré a continuación no es crítica, ya que aplaudo el hecho de la diversidad en todo sentido, pero si se trataba de ser fieles a lo que sucedía hace 30 años, la cantidad de personajes negros, así como la pareja lésbica que está causando tanto revuelo, no deberían aparecer, ya que en aquellos tiempos la simple inclusión de un personaje gay automáticamente elevaba la clasificación de una cinta, por lo que hubiera sido casi imposible que Andy pudiera verla. Repito, no es una crítica, es un hecho, si estudiamos la historia de la censura cinematográfica estadounidense, y lo utilizaré para hablar del que, a mi parecer, es el aspecto que más lastra a esta cinta, y es su carente originalidad. Todo lo que aparece en ella ha sido visto ya cientos de veces, su historia no aporta nada ni lo intenta. Entonces, si se atrevieron a jugar con anacronismos sociales narrativos, perfectamente pudieron haber intentado desarrollar una trama mucho más interesante que hiciera honor a uno de los personajes más queridos de la compañía que, si bien no se trata de la misma personalidad, es el causante de la creación de su versión juguete; pero no fue así, ya que decidieron irse por la línea más simple y trillada. La película, si no fuera animada, perfectamente podría ser alguna de las producciones genéricas que estelarizaron en su juventud Tom Cruise, Mel Gibson, Burce Willis o cualquiera de los múltiples héroes de acción que pulularon en los noventa. 

Esto me lleva al segundo punto que creo es el causante del primero, y es el grupo de guionistas encargados del desarrollo de la historia. En este caso, son tres nombres los que aparecen, comenzando con el mismo director Angus MacLane cuyo único trabajo previo como director había sido en función compartida para Finding Dory en el 2016, y a quien se le nota le quedó grande este proyecto. A este lo acompañan Jason Headley quien ya había trabajado para Pixar en Onward (2020), cinta en la que el estudio no creyó y la estrenó en temporada baja, pero que resultó un éxito modesto con comentarios positivos: y Matthew Aldrich, guionista de Coco (2017) como creador de la historia, mas no guionista. El trio desarrolló en esta ocasión una narrativa llena de clichés, con personajes estereotipados empezando con el héroe orgulloso, terco y soberbio que debe aprender a aceptar la ayuda de los demás, dejando de lado su egocentrismo, aprendiendo una lección de vida con esto; y el grupo de rechazados que van desde la joven que vive a la sombra de su famosa abuela, la anciana con pasado turbio que ha sido dejada de lado y el perdedor que no encuentra su lugar en el mundo, todos pasando por situaciones que los enfrentan a sus miedos, sirviendo de recurso para hacer reír y, claro, aprendiendo una lección de vida con todo esto.  Y aun así, personajes mal definidos pueden salvarse si la historia como tal los ayuda, pero en este caso, ni siquiera el plot twist del tercer acto resulta tan sorprendente, ya que puedes esperarlo si pones un poco de atención, cometiendo el peor pecado que cualquier producto de entretenimiento debe tratar de evitar, que es el volverse predecible y aburrida. Porque sí, por momentos la cinta se torna cansada y larga, aunque su duración no lo sea, salvándose en ciertas escenas de acción, pero sobre todo cuando aparece en pantalla el gato SOX, personaje que sabemos que está ahí para aligerar las cosas y hacer reír, como el sidekick gracioso y adorable, que si bien no llega al nivel de otros (Dory por ejemplo), es por mucho lo mejor de la película. Si yo hubiera sido Andy, mil veces hubiera preferido que me compraran la versión en juguete del felino que la del aburrido protagonista, pero ese es mi punto de vista, ya que el gatito logró que me mantuviera despierto, por lo que deseo para él un spin off, una serie completa, un musical en Broadway, un documental sobre su vida, el Emmy a mejor actor en serie dramática y el Nobel de la Paz. Lamentablemente, ni siquiera los momentos mencionados sirven para elevar un producto que tal vez en otras manos con mayor experiencia hubieran podido realizar un mejor trabajo.

Aunque, como dije párrafos antes, no todo es malo en esta producción, ya que el apartado técnico es sobresaliente, sobre todo en el sonoro, que se esmeraron en desarrollar de una manera en la que literalmente pudieras sentirlo; los motores de las naves, los viajes a velocidad extrema, el andar de los robots, las explosiones o incluso lo referente a la biodiversidad del planeta tienen una personalidad y vida propia gracias a lo que escuchamos. Si a esto le sumamos la partitura que esta vez creo el ganador del Oscar, Michael Giacchino, el trabajo en este sentido resulta redondo. La parte visual tampoco se queda atrás, los efectos y la animación son de primera, resultando evidente que Pixar mejora con cada una de sus producciones, aunque el diseño de arte no es tan elaborado como en cintas previas, cumple satisfactoriamente al mostrarnos la vida en un planeta desconocido, aunque bastante parecido a la tierra, así como los vehículos y el interior de la nave de donde provienen los robots; todo cumplidor, con estética correcta, pero sin lograr desarrollar una identidad del todo propia para la cinta. 

Lightyear es una cinta que pudo haber dado para más, mucho más, pero que se queda a medias y no cumple con lo que promete. No es lo suficientemente entretenida para los niños, según lo vi en la sala; pero tampoco logra captar la atención de los adultos del todo. Una historia aleccionadora a la antigua sobre el trabajo en equipo, aceptar la ayuda de los demás, creer en ti mismo, dejar el pasado atrás y encontrar tu camino en el mundo; pero sin momentos que vayan a llegar a ser memorables. Al final, será recordada por los padres por el escándalo que se suscitó a su alrededor y por los hijos por los pocos momentos que SOX logra arrancar risas en ellos, pero nada más. Los números en la taquilla no mienten y la película no ha terminado de funcionar, tal vez por la censura, por el veto en 14 países, aunque ninguno, salvo China, representa un verdadero mercado importante; la razón al final no importa, los números no mienten y, en definitiva, este no va a ser otro más de los descomunales éxitos de Pixar, y aunque parte del rechazo tenga que ver con dos mujeres rosando sus labios, al final el verdadero problema recae en la calidad final del producto.