Jurassic World Dominion (2022)
Welcome to Jurassic Park. Han pasado 29 años desde que escuchamos a Richard Attenborough pronunciar esas palabras, acompañado de la ahora emblemática banda sonora compuesta por John Williams, en una de esas secuencias que se vuelven clásicos instantáneos identificables por todo el mundo. Una historia interesante y bien escrita basada en una novela de Michael Crichton, revolucionarios efectos visuales y la mano maestra de Steven Spielberg sirvieron para convertir a Jurassic Park en la película más taquillera de 1993, lograr ganar tres Oscares en los apartados técnicos y generar un fenómeno cinematográfico que trascendería el tiempo. Como es de esperarse, un par de secuelas se produjeron: The Lost World: Jurassic Park (1997), basada en otra novela de Crichton, dirigida de nuevo por Spielberg; y Jurassic Park III (2001), con guión original y ahora bajo las órdenes de Joe Johnston. Ambas desangeladas, cada una con menor recaudación que la anterior y con peores comentarios de la crítica, provocando que la franquicia se diera por muerta.
Pasarían 14 años para que Universal Studios decidiera darles otra oportunidad a sus dinosaurios, produciendo Jurassic World (2015), dirigida por Colin Trevorrow, con un reparto completamente nuevo, en un parque temático mucho más grande que el de la cinta original, un mayor número de especies, comentarios positivos (aunque con algunos detractores) sobre la modernización de la historia, y una sorpresiva recaudación que superaría a las dos películas previas juntas. Sabemos lo que eso significa, más secuelas, anunciándose dos películas extras que cerrarían esta segunda trilogía. La primera sería Jurassic World: Fallen Kingdom (2018), con J.A. Bayona como director, con un desastroso recibimiento de los críticos, que al parecer a nadie le importó porque la cinta fue un éxito de taquilla, superada en su año tan sólo por Avengers: Infinity War y Black Panther; la segunda, recién estrenada, que es de la que hablaré en esta ocasión, lleva por título Jurassic World Dominion, nuevamente bajo las órdenes de Trevorrow.
Como es mi costumbre, hablaré primero de la trama, que en esta ocasión es mucho más dispersa que en entregas anteriores. La cinta abre con un montaje de imágenes estilo reportaje, en las que se nos explica que han pasado 4 años de los sucesos de Fallen Kingdom y ahora los dinosaurios han comenzado a adaptarse a nuevos hábitats por el mundo. En algunos casos se ha dado de forma natural, sin perjudicar a otras especies; en otros comienza a darse el caos ecológico. Nos muestran también como la empresa Biosyn ha creado en Italia, sin aparentes intenciones de lucro, una reservación donde los dinosaurios pueden vivir y ser estudiados sin el peligro que representan algunos grupos clandestinos que han comenzado a cazar y comerciar con ellos, porque los humanos somos horribles y sólo vemos por nuestros intereses económicos. También se menciona la desaparición del clon humano, Maisie Lockwood (Isabella Sermon), de la que nadie conoce su paradero. A partir de esta introducción la cinta se dividirá en dos líneas argumentales.
La primera se centra en Claire (Bryce Dallas Howard), quien ya no usa tacones y ahora se dedica a rescatar a las especies que se ven acechadas por cazadores furtivos que capturan y crían dinosaurios, bajo condiciones deplorables, para hacer negocios con ellos; al mismo tiempo que desempeña el papel de madre adoptiva para Maisie, a quien ha mantenido oculta en una cabaña remota alejada lo más posible de la gente, en compañía de Owen (Chris Pratt), quien se encarga de capturar dinosaurios para llevarlos a reservaciones donde no corran peligro alguno. A pesar de la aparente armonía y tranquilidad de sus vidas, la joven, como sucedería con cualquier adolescente, se pudre de aburrimiento al tener que mantenerse escondida para evitar ser identificada, situación que causa conflictos entre ella y la pareja que la cuida, quienes insisten que dicho aislamiento es por su seguridad. Sin el mínimo ápice de duda para el espectador, los adultos terminan tiendo la razón, puesto que un grupo de malvados y estereotipados cazadores, que buscaban tanto a la velociraptor Blue, como a su cría (mismas que se pasean en las inmediaciones de la cabaña como si fueran adorables golden retriever y no las maquinas asesinas que son en realidad), terminan descubriendo a la jovencita, secuestrándola, junto a la cría, para llevarlas a las instalaciones de Biosyn. La pareja entonces debe encontrar los medios, apoyados por la piloto Kayla Watts (DeWanda Wise), para llegar hasta el lugar donde Maisie ha sido llevada como aparente prisionera. Fin del primer plot de esta historia.
Y ahora, la segunda línea argumental, que la verdad sea dicha, es la que más interesa a los fans de la franquicia, ya que es la que está relacionada con Alan Grant (Sam Neill), Ellie Sattler (Laura Dern) e Ian Malcolm (Jeff Goldblum). Con esto no quiero decir que Dallas Howard y Pratt no hayan hecho un buen trabajo en las dos cintas anteriores, pero los originales son los originales y es casi imposible replicar el talento, carisma y química que ese trio desplegó en la primera parte, y que en esta ocasión regresa en conjunto por primera vez para, independientemente de los motivos mercadológicos que todos conocemos, dar cierre a esta segunda trilogía y, en teoría, a la saga completa. Su historia, que pudo hacer sido desarrollada mejor, parte desde un punto que no está relacionada con los dinosaurios, más no alejada de la manipulación genética.
A la par de los sucesos ya mencionados, un día, en una apacible granja, una plaga de langostas gigantes, en una secuencia muy bien lograda que parece sacada de una cinta de terror, ataca a los propietarios de esta, al mismo tiempo que termina con los cultivos de la propiedad. Logrando capturar un espécimen, el cual termina en manos de Ellie, se descubre que la plaga ha sido alterada genéticamente y devora todo cultivo, salvo los que provienen de las semillas de, claro, la empresa Biosyn, quien para esa parte de la cinta ya se nos empieza a mostrar, junto con su propietario Lewis Dodgson, como la mente maestra y malvada detrás del caos inminente que se aproxima. Debido a esto, Ellie se pone en contacto con Alan, pidiéndole que la acompañe a las instalaciones de la empresa, ya que ha contactado con Ian Malcom quien trabaja ahí, para poder obtener pruebas que los relacionen a la plaga que poco a poco, cual Covid 19, ha comenzado a avanzar sin control de un país a otro, hasta saltar entre continentes. Alan acepta, porque es evidente hasta para un ciego que continua embrutecidamente enamorado de ella, y se embarcan en su investigación. Una vez en las instalaciones, donde son recibidos como ídolos, al no estar al tanto de sus intenciones, es cuando el caos comienza a desatarse, como ha sucedido en cada una de las entregas previas. Fin del segundo plot de la historia.
Ahora, volviéndome repetitivo en las estructuras de mis reseñas, pero necesario para que no piensen que soy un hater que odia todo lo que los demás aman, tengo que decir que, aunque parezca lo contrario, disfrute muchísimo la película, demasiado. Venga, son dinosaurios, DINOSAURIOS, que se la pasan persiguiendo, atacando, asesinando y causando caos a su paso. He sido fan de la franquicia desde la primera parte y nunca me importó el hecho de que las secuelas fueran de más a menos, incluso la tercera es de mis favoritas. Cuando esta segunda trilogía inició, a pesar de su casi carente originalidad, la disfrute como niño que abre sus regalos la mañana de navidad, emocionándome con cada una de las escenas. Y sí, estoy consciente de que han sido más de lo mismo, el ser humano jugando a ser dios, la insaciable hambre del capitalismo, mensajes ecológicos, sólo que sumando en la nueva etapa una manipulación genética a mayor escala, porque también parece que nunca aprendemos de nuestros errores y nuestra estupidez aumenta cada década. Si ya se había usado la ciencia para revivir especies en la película original, en un parque temático por inaugurar, lo fácil fue llevar la acción a uno que ya estaba operando, mucho más grande, con un malvado dinosaurio más manipulado que el pueblo mexicano en medio de la temporada de las campañas políticas. La segunda hizo lo mismo, replicando lo sucedido en Lost World, con un grupo de unidimensionales mercenarios buscando dinosaurios para llevar a tierra firme, ahora con el pretexto de que la isla Nublar esta por colapsar, siendo numerosas especies en lugar de una, mientras realizaban la búsqueda de los restos de la Indominus Rex para, sí, adivinaron, volver a manipular aún más las especies y crear un arma perfecta para el ejército, a diferencia de intentar crear un parque temático dentro del continente. Y con esta tercera entrega pasa lo mismo, cambiando una isla por una reservación, incluidas especies nuevas que representan la némesis del Tiranosaurio Rex, tal cual sucedió con el Spinosaurus, que en la tercera cinta se nos muestra asesinando al Rex sin mayor problema; en esta ocasión se optó por el Giganotosaurus, el cual parece un digno contrincante para la especie emblema de la saga; y si seguimos con las comparaciones, en esta se repite el formato de incluir un mayor número de especies, para el deleite de los fanáticos, más que para aportar algo al guión en general.
Jurassic Park no fue una película, fue un fenómeno socio cultural que lograría un lugar en la historia del cine, por lo que cualquier producción nacida a partir de ella tenía imposible equiparar la magia que sentimos al ver caminar por la pantalla a aquellas creaturas por primera vez; sin importar la calidad de las secuelas o semi reboots, tal tarea hubiera sido imposible. Porque puede que The Godfather Part II (1974), Aliens (1986) y Terminator 2: Judgment Day (1991), puedan ser consideradas superiores a sus predecesoras, pero tal cual dije con el reparto de la película de la que hablo, la original es la original, y ese impacto en el público es imposible de reproducir. Por esto es por lo que nadie espera que la trilogía World sea una joya de la cinematografía mundial que genere aplausos y ovaciones de pie en Cannes, no, son productos para disfrutar y pasar el rato, viendo como el desastre se desata como se ve venir desde el minuto uno de la proyección. Aún así se espera cierto nivel de calidad, cierta lógica o sentido que vuelva orgánico el avanzar de la historia, pero en esta ocasión no se logra. Dominion es una de esas producciones que tratan con desesperación de cerrar toda línea argumental que se ha venido manejando, al mismo tiempo que se utiliza la nostalgia para recuperar un poco del encanto que tuvo su primera parte, sin lograr del todo cumplir en ninguno de sus intentos.
Pero hablemos primero de lo que importa, y eso son los dinosaurios. La primera película, si bien un hito de los efectos visuales no tiene nada que hacer ahora si la comparamos con los logros técnicos a los que ha llegado el cine. Es una cinta que ha envejecido bien, claro, mucho mejor que otras de aquella época, pero las comparaciones son obvias al notar las maravillas que se nos muestran en esta ocasión. Las texturas, gesticulaciones y movimientos de todo lo que vemos en la pantalla no tiene queja alguna, fue cuidado al detalle, sobre todo en lo referente a las especies que cuentan con pelaje o plumas, dos de los aspectos que más lastre significaron para otras cintas en su momento. Aquí todo se siente real, incluidas las nubes de langostas que amenazan con destruir la cadena alimenticia. Dominion es un deleite visual que no decepciona en ningún momento y sentido, tal cual ha sucedió con todas las entregas de la saga, y que nos muestra la gama más amplia de especies que se ha visto hasta el momento. Los fans amarán identificar a los ya vistos y disfrutaran con las adiciones que esta película nos tiene preparadas. Técnicamente, la cinta es perfecta.
Entonces, dejando de lado los maravillosos aspectos técnicos, el principal lastre de la cinta es tratar de cubrir mucho, de cumplir en todo sentido, tropezando en sus intentos. Y es precisamente esa doble línea argumental su principal falla, y no es que uno quiera que el reparto completo comience a interactuar desde el inicio, se entiende que debe haber una introducción a sucesos que los hagan converger a todos en el mismo sitio, pero el tiempo que transcurre para que esto suceda es demasiado, hasta el tercer acto. Las dos tramas por separado no cuentan con el suficiente peso o atractivo para que resulten interesantes, ya que las hemos visto hasta el cansancio, situación que ha sido el mayor punto débil de todas estas historias jurásicas. Incluso cuando se intenta optar por algo relativamente innovador, como el caso de las langostas, el resultado se siente forzado, un mero recurso para obligar el regreso del trio original, mismo que se siente desaprovechado y repetitivo en sus apariciones. Y no es que se les critique, ellos mejoran cada minuto en que se les permite estar presentes, pero su historia bien pudo ser interpretada por cualquier otro actor sin que esto significara una diferencia de peso. Si este es el aparente cierre de tu historia, tiene lógica volver al inicio, pero se decidió por mantener separados a estos personajes, en una subtrama que poco aporta o que se relaciona con las bases de algo que sabemos de memoria. El humano cometiendo errores, cada vez más evidentes y desastrosos, pero eso lo supimos desde la primera entrega. El mensaje aleccionador que nos restriegan de forma nada sutil, con ese cierre sentimental tampoco logra adentrarse en nuestra mente, porque parece que lo hemos escuchado tantas veces que ya no funciona, aceptando que el depredador más terrible que ha existido no son los dinosaurios, sino nosotros mismos. Incluso las referencias a cintas anteriores, las especies que vuelven en situaciones muy parecidas, a manera de homenaje, como el compsognathus persiguiendo a un niño en televisión o los dilophosaurus haciendo lo suyo con uno de los antagonistas, tal cual sucedió en la primera entrega, no terminan de convencer.
El desarrollo de los personajes nuevos tampoco es de aplaudirse, ya que algunos están ahí para cumplir con la cuota. En medio de un reparto tan blanco, no es de extrañar que se haya optado por contratar dos actores afroamericanos, pero cuyos personajes no tienen ningún trasfondo o sustento interesante. DeWanda Wise impone con su personalidad y belleza, pero sabemos que su personaje está ahí para representar a la mujer fuerte y ruda, negra y parte de la comunidad LGBT+; igual pasa con Mamoudou Athie, el genio de buen corazón y moral intachable que busca hacer lo correcto por sobre sus intereses personales. El blanquísimo Campbell Scott, como el antagonista principal hace lo que puede, porque él es buen actor, pero su villano ni siquiera lo es del todo, como en las otras cinco películas, y en su caso se nota más, ya que sus intenciones de dominar el mercado agrícola ni siquiera son tan evidentes o ruines como en otras películas donde el hambre de poder y dinero se nota en cada fibra del personaje en turno. En este caso la actuación es buena, pero el personaje parece haberse quedado en la etapa de borrador. Tal vez, y aunque no es nuevo y sin esperarlo, el personaje con mayor desarrollo es el Dr. Henry Wu de BD Wong, quien ha sido el que mas veces a aparecido en la saga, cargando la culpa de sus acciones, tratando de reivindicarse y desentrañando el misterio del origen de Maisie; pero aparece tan poco tiempo que no se le permite aprovechar su arco de redención al máximo.En resumen, Colin Trevorrow hace lo que puede para cerrar con dignidad una de las franquicias más exitosas de la historia, pero el peso que cargaba fue demasiado, dejando la sensación de que pudo ser mejor. Los fans y los no tanto la podrán disfrutar, está diseñada para eso, la nostalgia hará de las suyas y posiblemente estemos ante uno de los éxitos más grandes del año, taquilleramente hablando, pero nada más. Como dije, yo la disfrute, me emocioné, pasé dos horas y media de entretenimiento puro y sin pretensiones, que al fin y al cabo es la otra finalidad del cine. Tal vez en 15 años a otro productor se le ocurra volver a revivir a los dinosaurios que nacieron del ámbar y por fin podamos ver la dominación que el titulo de esta entrega prometía y no sucedió. Yo correría al cine sin pensarlo.