Doctor Strange in the Multiverse of Madness (2022)

Hay películas de las que resulta muy complicado hablar sin dar spoilers que puedan echar a perder la experiencia de alguien que todavía no la haya visto, y esta cuestión se complica aún más cuando se trata de un fenómeno cinematográfico esperado por todos. Porque puede que ya haya pasado una semana de su primera proyección, que millones hayan corrido a las salas desde el día mismo del estreno o que la red ya esté infestada con información sobre la historia; pero resulta imposible que todo fanático de una saga cinematográfica pueda o quiera ver dicho producto con la máxima inmediatez, ya sea porque prefieren esperar a que pase el furor del primer fin, no encuentran boletos disponibles o por cuestiones personales que les haga imposible verla tan pronto. Por tal motivo intentaré, en esta ocasión, realizar un acercamiento con la menor cantidad de datos sobre la trama posibles, aunque sí contará con algunos. Una vez realizado este aviso, entro de lleno a hablar de la última película del MCU, Doctor Strange in the Multiverse of Madness, del director Sam Raimi.

Lo primero que hay que saber es que, como sucede con todas las películas y series que conforman este universo, en esta ocasión la historia es continuación o se mencionan otros productos de Marvel Studios, por lo que, para entenderla en su totalidad, es necesario haber visto previamente algunos de ellos. Por orden de importancia, los más necesarios son, por obvias razones, Doctor Strange (2016) y la reciente serie WandaVision (2021), ya que la mayoría de la trama toma sus bases en ellas. The Winter Soldier (2014), Age of Ultron (2015), Civil War (2016), Infinity War (2018), Endgame (2019), No Way Home (2021), y las series What If…? (2021) y Loki (2021), sirven para entender referencias y comentarios que se mencionan en esta cinta, o para comprender el comportamiento de algunos personajes, sobre todo en el caso de Wanda Maximoff.

Antes de profundizar en los pros y contras de la cinta, trataré de explicar un poco de que va la historia, sin detenerme demasiado en detalles para no arruinar las sorpresas a quienes todavía no la han visto.  Tal cual se vio en los trailers, y tomando en cuenta la línea que se ha llevado en esta cuarta etapa del MCU, esta ocasión Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) debe adentrarse en el misterioso multiverso para rescatar y proteger a una joven, America Chavez (Xochitl Gomez), quien posee el poder de viajar entre universos, motivo por el cual ella es el único ser que no tiene otras versiones en estos. Desde el inicio de la cinta, podemos ver que otra versión del Doctor Strange intenta protegerla de creaturas demoniacas que la persiguen con el fin de robarle su don, lo cual resultaría catastrófico para todos estos mundos.

En un intento por obtener el Libro de Vishanti para lograr detenerlos, un demonio los ataca, eliminando al otro Strange, pero provocando que America termine viajando a nuestro universo, siendo rescata por el Strange que todos conocemos, iniciando la historia de la película. A partir de este momento, Stephen debe tratar de salvar a todos los mundos, mientras lucha con los sentimientos que aún tiene para con Christine Palmer (Rachel McAdams), ganar la confianza de America, pedir ayuda a otros hechiceros, y acercarse a la autoexiliada Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen), a quien busca como apoyo al percatarse que la amenaza es de naturaleza mística. Todo mientras salta de un universo al otro, interactúa con otras versiones de sí mismo, los misterios son revelados, se enfrenta a una amenaza mucho mayor de la que pensaba y la sangre, mucha para un producto de Marvel, comienza a brotar. 

Haré un paréntesis para decir que, a pesar de que el tratamiento de algunas situaciones o personajes no fue de mi agrado (aunque esto variará de espectador a espectador dependiendo de las preferencias de cada uno), disfruté mucho la película, me gustó, por decirlo de alguna manera, como el producto comercial que es. Definitivamente no estará dentro de mi top del año y del MCU, pero tomando en cuenta que la primera entrega con Strange como protagonista es mi favorita de este universo, mis expectativas estaban tan altas, que haberla pasado bien durante la proyección, para mi ya es un factor positivo. Ahora, dejando de lado los gustos personales, mencionaré los que considero son los principales puntos a favor de la cinta.

Para empezar, resalta el hecho de que esta película se aleja un poco de lo que hasta el momento se ha visto en Marvel Studios. Por momentos, parecer más una de las recientes producciones de DC, por ciertas escenas más gráficas en cuanto a violencia que las acostumbradas por el estudio, acercándose al estilo de The Suicide Squad (2021) y Peacemaker (2022), o a las series Invincible (2021) o The Boys (2019), ambas de Amazon. Lo anterior, debido a la supuesta libertad creativa que se le dio al director, permitiéndole mostrar parte de lo que es su estilo característico.

Esta es una cinta de Sam Raimi y se nota en determinados momentos y situaciones que se nos presentan, pareciendo que el director realiza un autohomenaje a su filmografía más emblemática. Aspectos dentro de la trama como el Darkhold, pueden equipararse al Necronomicón utilizado en su cinta The Evil Dead (1981), ya que ambos provocan corrupción de algún tipo en todo aquel que lo abre y lee sus páginas; la escena de la persecución en los túneles parece sacada de una cinta de terror, género base del cineasta, con esa presencia maligna de otro universo, imparable e invencible, que acosa a los personajes que tratan de huir de ella; las posesiones y ejércitos de espectros, recursos emblemáticos de Raimi, también están presentes en algunos momentos, con personajes siendo víctimas de ellas o utilizándolas para su beneficio, tanto héroes como villanos, con un diseño que recuerda los primeros años del realizador; y por último, el cameo mismo de Bruce Campbell, actor fetiche del director, con escena post créditos incluida, sirve para cerrar perfectamente este viaje por su historia cinematográfica. 

Pero como dije, si hay algo que separa a esta producción del resto, es ese intento por crear una historia más adulta, violenta y terrorífica que las demás, todo logrado hasta cierto punto y con diferentes resultados, pero que, por lo menos yo, agradezco al estar un poco cansado de observar repetirse la formula familiar una y otra vez, con pequeños cambios de estilo y estética nada más. En ese sentido, dejando de lado los aspectos visuales, hay dos escenas que sobresalen en el metraje. La primera es el ataque a Kamar-Taj, mucho más cercano a la destrucción de King’s Landing en la última temporada de Game of Thrones que a las secuencias de acción acostumbradas de Marvel, dejando de lado el sentimentalismo con el que se habían manejado dichas situaciones hasta el momento. La segunda se trata del gráfico enfrentamiento del personaje antagónico contra los Iluminati, lo que termina en una masacre sin precedentes en el MCU, con originales y nada sutiles maneras de morir para algunos personajes, equiparándose, aunque con limitaciones clasificatorias, a una de las escenas más recordadas de la animación Invincible. Ambas, sintiéndose como una evolución necesaria para esta clase de productos.

Al tratarse de una superproducción, como todas las cintas de Marvel, el apartado visual o estilo particular que se utiliza para cada una de ellas es vital, y en este caso se puede decir que el seleccionado funciona de manera correcta, ya que se logra transmitir lo que se busca en cada escena. Empezando con Danny Elfman, en este su segundo trabajo para Marvel, para quien ya había creado las partituras de Age of Ultron, repitiendo bajo las órdenes de Raimi , después de su última colaboración en Oz the Great and Powerful (2013), logrando desarrollar los acordes adecuados para cada emoción que la trama necesita, ya sean las escenas de acción, las dramáticas o los momentos en que se busca crear tensión y algo de miedo en el espectador, para cerrar con un enfrentamiento musical que puede por momentos recordar a la película de Disney, Fantasia (1940), que igual sirve para lucimiento en el área de efectos visuales o como homenaje a la carrera entera del compositor. John Mathieson, quien no es ajeno al mundo de los superhéroes, ya que fotografío previamente Logan (2017) y X: First Class (2011), se estrena en el MCU en una de sus cintas donde la fotografía es muy importante, ya que debe retratar cada universo de manera diferente, apoyándose en efectos visuales que nutran la visión especifica que se busca, lográndolo que su lente logre captar y transmitir lo que el diseño de producción y ambientación busca para cada uno de estos mundos.

Y es este ultimo aspecto, creado por un variado grupo de expertos, algunos que repiten para el estudio y otros que se estrenan, donde puede residir el principal atractivo visual de la cinta, ya que los universos por los que transitan los personajes debían tener características propias, algunas muy específicas y notorias, otras apenas perceptibles o más sutiles, pero definidas de la manera correcta para que el espectador pueda identificar que se trata de otra realidad diferente a la que habitan los protagonistas. Los departamentos de sonido y efectos visuales terminan por redondear este concepto que resulta llamativo desde la primera escena en que se nos muestra el lugar donde convergen todos estos universos, con elaboradas imágenes CGI, tal vez demasiado cargadas de retoque digital, pero funcionales, y cacofonías específicas para cada uno de ellos. Todo con la manufactura a la que Marvel/Disney nos tienen acostumbrados, desplegando la creatividad que el guión les permite. 

En medio de todo este despliegue visual, se encuentra el grupo de actores que brindan su talento en pro de este mundo que los fans idolatran: Benedict Wong como Wong, el nuevo Hechicero Maestro, en su sexta interpretación del personaje, que ha venido siendo desarrollado sin necesidad de tener a Strange al lado, con un par de escenas de lucimiento, como un enfrentamiento con el personaje antagónico; Rachel McAdams repite como Christine Palmer, en su segunda incursión marveliana, con la diferencia de que en esta ocasión se le permite interpretar a dos variantes del mismo papel, con cambios sutiles pero notorios que permiten ver el nivel de la actriz; Chiwetel Ejiofor repite el personaje que interpretó en la primera película del hechicero, pero en una versión alterna, con paralelismos pero, al igual McAdams, con las suficientes diferencias para estar al tanto de que se trata de otro personaje; Xochitl Gomez se estrena no sólo en MCU, sino que este es su primer papel relevante en la gran pantalla, con el peso de ser el punto que genera el conflicto y que todos desean poseer, desarrollándolo con la cantidad necesaria de talento y carisma, pero sin terminar de brillar del todo, ya que posiblemente la veamos más adelante en otros proyectos donde su personaje pueda lucir más. Todos ellos cumpliendo, sirviendo para un fin, pero ensombrecidos por las dos figuras centrales de esta historia: el Stephen Strange de Benedict Cumberbatch y la Wanda Maximoff de Elizabeth Olsen. Él ha vuelto suyo el personaje desde el primer instante en que se nos presentó, su descaro, arrogancia y altanería dio paso a un héroe con capas de profundidad que el actor ha sabido aprovechar al máximo, un poderoso hechicero que puede lograr casi lo que sea, pero condenado a enamorarse de un imposible, en este o en cualquier universo, según se muestra en esta trama. Pero en definitiva es Olsen quien se lleva la película, con el personaje, si bien no mejor desarrollado, sí con mayor lucimiento, su Scarlet Witch inunda la pantalla y roba cada escena en la que aparece, al grado de extrañarla, pese a todo, en los momentos en que desaparece de nuestra vista, una roba escenas que no necesita más que una gesticulación para que caigamos rendidos a sus pies, sin importar lo que haga, ya que venimos conociéndola y entendiéndola a lo largo de los años, sin que por eso aplaudamos sus acciones, pero comprendiendo que se trata de uno de los personajes con mayor carga y daño emocional que nos ha presentado el estudio. Todos actores de primer nivel, que hacen brillar un guión que no está a su altura.

Los que han leído esto hasta este punto, podrán notar que he dejado la parte del guión para el final, ya que la considero la parte más débil. Con esto no quiero decir que sea malo del todo, pero la historia, salvo casos muy extraños, tiende a ser la columna vertebral de una película, y en este caso no logra sustentar o definir todo lo que quiere decir, ya que es evidente que trata con desesperación de cumplir con el fanservice antes que desarrollar todo el potencial que la trama prometía. Cuando tu personaje central es ensombrecido por uno secundario, un antagonista o algún otro personaje, estamos ante un guión mal nivelado que no supo darle el protagonismo necesario a quien debe tenerlo, y este es un claro ejemplo de esto. Elizabeth Olsen es una actriz que deslumbró desde Martha Marcy May Marlene (2011), sabemos sus alcances, que el suyo sea uno de los personajes mas sufridos y maltratados de este universo le da el material idóneo para que se luzca, venga, ella merece aplausos de pie hasta por un tutorial sobre como preparar brownies en Youtube, pero no es la protagonista de la historia, ese es Cumberbatch quien, como ya dije, se luce, sobre todo en sus versiones alternas y conflictos amorosos, pero por más que lo intenta no logra darle alcance a la actriz, y esto es un error de escritura de guión. Lo mismo sucede con los cameos que, si bien hacen las delicias de los fans, tienen que estar ahí para algo más que luchar y morir de manera brutales, su presencia debe significar algo, aportar algo a la trama y en este caso no sucede; están ahí, aparecen y de la misma forma se van sin que su presencia haya cambiado algo en la estructura narrativa de la película. A mi pensar, el problema que tuvo Michael Waldron para desarrollar su historia es que se vio forzado a cumplir con los requerimientos que impone el hecho de tratarse de una secuela, que al mismo tiempo sirve como puente para terminar de definir una etapa que él ha ayudado a crear con la serie Loki, de la que es guionista. Ha diferencia de otros productos de etapas previas donde el desarrollo de la historia global se sintió fluida y congruente, esta ha estado impregnada por un aura de caos que hace parecer que se trabaja sobre la marcha y no se tiene un rumbo definido para el cual dirigirse. Sabemos que Disney maneja un sistema de negocios, antes que un desarrollo artístico, pero es ahora cuando comienza a notarse, ya que le dan más importancia a cumplir con ciertas pautas para atraer público, que a desarrollar productos de verdadera calidad. Tanto el guionista como Raimi pueden haber dicho que contaron con total libertad creativa, pero el hecho de que el primer director haya renunciado debido a diferencias y limitaciones con su visión de la historia hace evidente que la libertad que tanto se menciona no es del todo cierta. Al final, esta es una historia que tendrá un excelente desempeño en la  taquilla, pero que quedará debiendo en cuanto al terror que tanto se mencionó durante el rodaje, ya que el mismo apenas y se asoma, de igual forma que la locura que aparece en el titulo apenas y se deja ver, optando por centrar su historia en versiones apenas modificadas de nuestro mundo, en lugar de dejarse llevar y aprovechar el potencial que sólo se ve en los pocos segundos que dura la escena en que Strange y America atraviesan a gran velocidad variados y pintorescos mundos que hubiera sido bueno conocer, tanto visual como narrativamente. 

Doctor Strange in the Multiverse of Madness es una película que va a funcionar, ya lo esta haciendo; que no es mala, pero que no está dentro de lo mejor del estudio; que pudo haber sido más, tener una personalidad y narrativa propias, como pasó con Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings (2021), que podía ser vista por separado sin que eso afectara su estructura, pero que quedo debiendo al ser una pieza más del rompecabezas general; que pudo ser icónica, pero terminará siendo tan sólo material para memes y futuras referencias, pero eso sí, los fans menos exigentes la van a amar. Esperemos que lo que expongo no sea verdad y las decisiones tomadas, los finales de ciertos personajes y las cuestiones presentadas sirvan para un bien mayor, pavimentando el camino para las producciones restantes de esta cuarta etapa, la cual ha demostrado contar con mucha mas locura que esta historia.