The Northman (2022)
Llega un momento en la carrera de todo director que se haya considerado vanguardista, de culto, intelectual o como queramos llamarlo, en que se verá tentado por las atractivas mieles de las producciones mainstream. Le sucedió a Bryan Singer, que después de saltar a la fama con The Usual Suspects (1995), sería el encargado de realizar productos comerciales de gran presupuesto que no volvieron a mostrar su potencial creativo, tales como X-Men (2000), X2 (2002), hasta Bohemian Rhapsody (2018), su último éxito antes de ser cancelado; Christopher Nolan es otro caso, que pasó de dirigir la cinta independiente Memento (2000), a formar parte de la lista de directores taquilleros con su trilogía de Batman (2005, 2008, 2012) y la superproducción Inception (2010), logrando en su caso volverse un género por sí mismo; oincluso David Lynch, que vería su carrera casi destruida al aceptar dirigir su versión de Dune (1984), experiencia tan negativa que provocaría en el cineasta un rechazo total y absoluto para volver a trabajar bajo las órdenes de alguno de los principales estudios.Gus Van Sant,Denis Villeneuve, Alex Garland, David Lowery, por mencionar otros, son ejemplos de este tipo de prácticas por parte de los estudios, con diferentes resultados, algunos positivos y otros negativos, para cada uno de ellos.
Hay otros casos, en que algunos directores han aceptado ciertas ofertas, coqueteado con el sistema, como Darren Aronofsky, Yorgos Lanthimos y Paul Thomas Anderson, que han contado en sus proyectos con celebridades como Daniel Day-Lewis, Julianne Moore,Tom Cruise, Adam Sandler, Nicole Kidman, Colin Farrell,Natalie Portman, Hugh Jackman o Jennifer Lawrence, sin que esto los haga perder ese aire de directores arriesgados, personales y ajenos a la maquinaria hollywoodense.
Cada generación tiene su cuota de estos directores, el fenómeno siempre se repite, siendo el último de estos casos el de Robert Eggers, quien después de haber dirigido dos obras casi independientes, ahora consideradas de culto, The Witch (2015) yThe Lighthouse (2019), se le ha brindado la oportunidad de dirigir su primer proyecto de gran presupuesto, con un reparto de celebridades de diferentes tamaños y arrastre popular, pero que son conocidos por el público mundial. La cinta en cuestión, The Northman, un drama épico vikingo de venganza, con un presupuesto que superó los 70 millones de dólares.
La historia, coescrita tanto por el director como por el guionista Sjón, puede definirsecomo shakesperiana, ya que repite algunos de los conflictos y dramas que hemos visto en la obra del dramaturgo, con las variantes que la cultura islandesa aporta a la estructura narrativa.La trama nos cuenta el viaje personal del príncipe Amleth, hijo del rey Aurvandil War-Raven (Ethan Hawke) y la reina Gudrún (Nicole Kidman), desde su infancia, en la cual mantiene cierta inocencia, a pesar del violento contexto de guerras e invasiones salvajes en que se desarrolla la historia, para verla perdida una vez que su padre es brutalmente asesinado ante sus ojos por su tio Fjölnir (Claes Bang), quien busca tomar el control de reino sobre el que su hermano gobernaba. El saberse en peligro, corre a su aldea, sólo para descubrir que la misma ha sido invadida y su madre tomada como prisionera, por lo que, dado por muerto, se ve en la necesidad de escapar por mar, con el firme propósito de volver una vez que tenga los medios y fuerza suficiente para completar su venganza/rescate. Para su suerte o desdicha, el joven príncipe es capturado por un grupo de vikingos que lo entrenan para engrosar las filas de sus berserkers, posición que ocupa durante años, hasta que un ya adulto Amleth (Alexander Skarsgård), por cuestiones del destino, se encuentra en medio de un asedio a una villa en búsqueda de esclavos para su tío quien, al parecer, perdió el reino que una vez robo a manos de un imperio más poderoso, y ahora se encuentra viviendo como señor feudal y necesita de siervos para trabajar en sus nuevas tierras. Haciéndose pasar por esclavo, después de escuchar las palabras de una bruja vidente (Björk) que le hace ver que su momento ha llegado, Amleth se infiltra para poder acercarse a su tío y madre, para por fin poder cumplir con lo que se prometió décadas atrás, conociendo en el camino a Olga (Anya Taylor-Joy), futuro interés amoroso y cómplice que comparte la misma sed de venganza que él, pero por el asedio a su pueblo. El protagonista entonces deberá enfrentarse tanto a sus enemigos, como a diferentes verdades que se enfrentan unas contra las otras, las suyas y las de los otros, siendo tan válidas unas como las otras.
Ya con la trama resumida, sin spoilers que no aparezcan en el trailer mismo, empecemos con lo más importante, el punto principal que tiene tanto a favor como en contra esta producción, que es el mismo director Robert Eggers. Antes de que alguien que pueda leer esto salte encolerizado y con antorcha en mano, preguntándose la razón de poner al director como punto negativo, dejo en claro que no me refiero a su trabajo, ya que el mismo es impecable como siempre; pero si hablamos de una película de gran presupuesto, se debe aceptar que su estilo no es para todos los gustos, y The Northman, a pesar de como la quieran vender, es una digna representante del cine de Eggers. Entonces, la cinta reseñada se encuentra en este limbo entre los dos tipos de productos, un híbrido, por llamarlo de alguna manera, ya que, a pesar de que visualmente nos recuerda a las dos producciones previas del cineasta y cuenta con algunas escenas con simbolismos oníricos, al mismo tiempo se trata de su historia más accesible y menos criptica, con una narrativa lineal, donde lo que sucede es lo que se está contemplando en la pantalla, más allá de algún par de metáforas o mensajes en alguna capa secundaria del guión. Posiblemente, esto de se deba a la presión impuesta por el estudio una vez que las funciones de prueba demostraron que algunos espectadores no entendían de que iba la película y consideraban que el primer acto era demasiado lento, por lo que se pidió la reedición de la cinta para que funcionara mejor ante un público más amplio. Pero, aun con lo anterior, la cinta es más cercana al cine de autor que al que nos tienen acostumbrados los estudios con sus grandes despliegues de efectismo, y no es que no tenga momentos gloriosos de acción y despliegue visual, porque los hay y son varios, pero, por el contrario, esta es una película donde la verdadera acción sucede bajo la superficie, donde la venganza se da una manera psicológica y no física, y los verdaderos enfrentamientos suceden en escenas intimas entre los personajes.
A pesar de esto y hablando del apartado técnico, la cinta no tiene desperdicio, pero hay varios aspectos que resaltan, como lo son la música compuesta por los compositores Robin Carolan y Sebastian Gainsborough, quienes se estrenan en el mundo cinematográfico con este proyecto, con una de las bandas sonoras con mayor carga emocional y personalidad de las que tenga memoria reciente; sus partituras, acordes a los instrumentos y tonos de la época, representan la cultura que la película presenta, al mismo tiempo que se vuelve otro personaje que enaltece el sentir de los personajes y las situaciones que se nos presentan, haciendo difícil de creer que es el primer trabajo de este estilo que realizan. En lo referente a la cinematografía, no es de extrañar el magistral despliegue visual que se nos presenta, ya que el director repite con su fotógrafo de cabecera, Jarin Blaschke, quien logró una nominación al Oscar por su espléndido trabajo en The Lighthouse unos años atrás, y que no sería raro que repitiera la hazaña con esta demostración de talento donde da rienda suelta a toda una gama de imágenes, colores y encuadres que le ha permitido el estar tras el lente de un proyecto de este tamaño; esta es una de esas cintas donde la fotografía es vital para plasmar el realismo que las separa del plástico de las superproducciones, una de esas películas donde el sudor y la sangre casi se pueden tocar, donde la luz y las sombras dan pinceladas de matices a los personajes y donde las escenas panorámicas te hacen sentir que te encuentras en el lugar donde suceden los acontecimientos. Craig Lathrop en el diseño de producción y Linda Muiren el vestuario también repiten por tercera ocasión con el director y se nota, saben trabajar en equipo para lograr el efecto deseado. El primero, logrando que cada locación y escenografía se sienta tan real que se logre la sensación de no estar ante algo prefabricado, empapando de realidad la experiencia; ella, con un vestuario que puede ser considerado austero, pero con momentos brillantes como los trajes de guerra berserkers, el diseño de las valkirias y la bruja, o los vestidos que enaltecen la elegancia de Nicole Kidman. En The Northman cada detalle ha sido cuidado y se percibe, se siente real, casi puedes tocarlo y sentirlo en la piel, y eso es algo muy difícil de conseguir.
El reparto completo es otro logro por sí mismo y algo que no debe de extrañar, primero porque los actores involucrados no tienes desperdicio, y segundo, porque puede o no que el público entendiera los trabajos previos del director, pero algo en lo que todos coinciden es que ha logrado sacar lo mejor de sus intérpretes. Empezando por Ethan Hawke, quien técnicamente realiza un cameo por su poco tiempo en pantalla, pero que demuestra una madurez ganada con la edad; su Aurvandil es furia, bestialidad, un tipo de actuación muy diferente a la que nos tiene acostumbrados y que en pocos minutos nos hace contemplar los alcances que tiene como interprete. Willem Dafoe y Björk son otros que aparecen poco, pero ambos se te quedan en la mente una vez que desaparecen; un placer verlo a él repetir con el director en plena forma, y a ella regresar al cine, después de la amarga experiencia que le significo su último trabajo, en un personaje muy acorde a su personalidad. Claes Bang, posiblemente el menos famoso del reparto, cuya interpretación más popular haya sido la miniserie Drácula (2020) de Netflix, como el hombre que ha vivido bajo la sombra de su hermano mayor, misma que sólo se intensificó una vez que lo asesinó, con conflictos de ego e inseguridad, causante de burlas y rechazo, odiado, aunque con un trasfondo que únicamente él conoce. Anya Taylor-Joy, quien también vuelve a trabajar bajo las órdenes de Eggers, a quien técnicamente le debe su carrera, volviendo a brillar, sobre todo en la recta final, cuando su personaje cobra una fuerza y sentido que explota en una escena de portentoso lucimiento. Alexander Skarsgård es el amo de la película, una bestia, un animal, en el mejor sentido posible, imprimiendo una fuerza que únicamente los grandes actores poseen, reafirmando lo triste que es saber que posiblemente nunca llegue a ser una superestrella cinematográfica a pesar de sus intentos, cosa que posiblemente no le genere conflicto, ya que sus mejores papeles han sido en la televisión, pero en este caso es de aplaudirse los esfuerzos físicos y emocionales que se hacen evidentes en las más de dos horas que dura la película, en la cuales no palidece en ningún momento, llegando a su punto máximo en esa escena, LA escena de la cinta, misma que no tiene que ver con ningún tipo de secuencia física, porque todo se da en su interior, cuando se quiebra, cuando su verdad se enfrenta a la de los otros, cuando se pone en juego todo por lo que ha luchado y flaquea por un momento, tan sólo uno, pero nos permite ver sus alcances. Por último, y hablando de esa escena, la que para mí es la mejor interpretación del reparto, Nicole Kidman, de quien me declaro fanático desde hace décadas, demostrando ese nivel al que puede llegar cuando se encuentra ante un director, personaje y diálogos que le permiten mostrar de lo que es capaz; un par de frases, un movimiento corporal, gesticulación calculada, pequeños detalles que nos permiten contemplar cómo se transforma ante nuestros ojos, como todo cobra sentido, desde la primera escena en que aparece, fría y distante, hasta ese momento en que explota, se libera, escupe su verdad, por más dolorosa que resulte para el que la escucha, en una cátedra de actuación de esas que logran premios y reconocimiento, una actriz que se encuentra en plena forma.
Es evidente que The Northman es una película que disfruté de sobremanera, cada encuadre y minuto fueron un gusto total, pero no le aplaudo o la recomiendo por eso, sino por ser una producción que vale cada uno de los dólares que se gastaron en ella. El director se toma su tiempo, deja que su historia avance por sí misma, no se apresura y se agradece; esto es Hollywood, pero al mismo tiempo es lo opuesto, es mejor. Tristemente, el resultado en la taquilla internacional ha sido desastroso, por lo que, si este fin de semana de estreno en los Estados Unidos no funciona, esta sea la última vez que veamos a Robert Eggers dirigiendo un producto como este. Algo está sucediendo con el cine dirigido a los adultos, ya que todos terminan estrellándose, pero en este caso es mucho más doloroso debido a la calidad de la cinta. Puede que sea porque las fechas no la favorecieron al ser más un producto para fin de año, que el trailer venda una película que el final no es la que se ve en las salas, que se considera demasiado pausada y con poca acción para los estándares actuales, que ninguno de los actores sea en verdad un imán para las masas; los motivos pueden ser variados o ninguno de estos, pero al final es el público el que ha decidido no apoyarla como se debe. Algo triste considerando la calidad de esta, por lo que, si tienen oportunidad de verla, háganlo o cada vez se producirán menos historias que rompan con el molde de lo genérico, cosa que, tarde o temprano terminará pesándonos.