Benedetta (2021)
El director neerlandés Paul Verhoeven es un género por si mismo. Si bien su filmografía cuenta únicamente con diecisiete películas, su estilo, sumado a la controversia que ha rodeado a algunas de ellas, lo hicieron merecedor de una reputación de realizador provocador que jugaría tanto a favor como en contra a lo largo de su carrera.
Aunque con un par de cintas en su país natal, su fama y repunte se lograrían una vez que se mudó a Estados Unidos, donde produjo las que son sus obras más conocidas. Robocop (1987), su primera producción en América, donde dio rienda suelta a la violencia visual y critica social como no se veía en un producto de estudio comercial; Total Recall (1990), con el mayor presupuesto en la historia hasta ese momento, parteaguas en el campo de los efectos visuales y donde ya comenzaba a mostrar su estilo descarado (la mutante de tres senos es de lo más recordado de la cinta); pero no sería hasta el estreno de la polémica, aunque aplaudida, Basic Instinct (1992), que su fama alcanzaría la estratosfera.
La película fue un antes y un después en cuanto a contenido explicito de contenido y violencia sexual, catapultó a Sharon Stone a las ligas mayores, la fama de adicto al sexo de Michael Douglas se acrecentó, el estilo del cineasta se emuló hasta el agotamiento de los thrillers eróticos, una taquilla de casi 120 millones tan sólo en suelo americano le abriría las puertas para poder llevar a cabo los proyectos que deseara.
Y esto precisamente es lo que terminaría destruyéndolo, cuando decidió como siguiente paso la realización de la incomprendida historia sobre desnudistas de Las vegas, Showgirls (1995), película que se estrelló en todo sentido posible, al no recuperar su inversión debido a la clasificación obtenida, ser apaleada por la critica y terminar ganando el récord histórico de siete premios Razzie. Con los fracasos de sus dos siguientes cintas, Starship Troopers (1997) en el ámbito comercial y Hollow Man (2000) en el crítico, la carrera del director en Hollywood llegaría a su fin, optando por regresar a Europa, donde ha realizado productos mas modestos, pero con mejores resultados en cuanto a calidad. Zwartboek (2006) fue unánimemente aplaudida y Elle (2016) volvería a ponerlo bajo los reflectores, con su dosis de premios y polémica incluida. Tal vez por esto, o por la edad de un realizador que ya selecciona con mayor cuidado sus proyectos, le tomarían cinco años regresar con la cinta de la que ahora hablaré, Benedetta.
La historia seleccionada por el realizador en esta ocasión se basa en el libro de no ficción Immodest Acts: The Life of a Lesbian Nun in Renaissance Italy, de la historiadora Judith C. Brown, el cual nos narra la vida de una polémica monja lesbiana de nombre Benedetta Carlini. ¿Verhoeven y monjas lésbicas? Exacto, eso fue el pensar generalizado cuando la cinta se estrenó en Cannes 2021. Pero no nos adelantemos en especulaciones morbosas que, si bien no son mal infundadas, no son el tema principal de la película.
La trama de esta cinta inicia con una Benedetta en su infancia, mostrando una casi obsesiva devoción religiosa que roza en el fanatismo, en su camino al convento donde será ingresada por sus padres a petición de la misma niña. Después de que su económicamente solvente familia paga una cantidad exorbitante de dinero, la pequeña es aceptada e inicia su instrucción para volverse monja. Después de un suceso extraño la primera noche que la pequeña pasa en su nuevo hogar, la película de un salto en el tiempo para mostrarnos una Benedetta adulta, orgullosa de sus votos, acompañada de su familia que ha acudido al convento para ver una obra donde su hija es la protagonista y a formar parte de un festejo que la orden realiza. Desde este momento se nos muestra, a manera de visiones que sufre la protagonista, una serie de epifanías erótico-religiosas en las que el mismo Jesucristo habla con ella.
A la par de los eventos festivos, una desesperada joven de nombre Bartolomea pide refugio en el convento, huyendo de su padre quien la persigue molesto para castigarla. Después de una negativa inicial por parte de la abadesa, debido a que la mujer que suplica asilo no cuenta con el dinero para ser candidata a novicia, Benedetta pide a su padre que la ayude, logrando que la joven sea aceptada. Es a partir de esta situación que entre ambas se genera una extraña relación que fluye entre la atracción física, la admiración y la complicidad. Todo esto acompañado de las visiones cada vez mas recurrentes de la protagonista, la experimentación sexual entre ambas, los juegos de poder que se dan entre los miembros de la congregación, el oportunismo e hipocresía de la iglesia que ve en Benedetta la oportunidad de lograr sus fines y una maraña de intrigas que el director maneja sin explicarnos del todo que es verdad y que no.
Para hablar de la película es necesario separar los temas en dos partes, por lo que iniciaré con las cuestiones que pueden llegar a ser negativas. Lo primero es la percepción de la historia por el público en general. Como ya mencioné, el director, sumado a una historia de monjas lesbianas, despertó un sinnúmero de comentarios y especulación antes de su estreno, sólo para al final no cumplir en ese sentido. Y no es que tuviera que hacerlo, la cinta trata sus temas de la manera en que tuvo que hacerse, pero el morbo generalizado provocó una reacción inicial de rechazo en este sentido.
Un par de monjas tocándose, en esta época, no pudo hacer mucho contra lo que en décadas pasadas supuso una cruzada de piernas por parte de Sharon Stone o un grupo de oportunistas desnudistas realizando elaboradas coreografías topless. Esperando no ofender y citando a un amigo sobre lo que pensó de la película: “otra película donde unas monjas enseñan las tetas”. Los tiempos han cambiado y con ello lo que espera el espectador sobre un producto que se etiqueta como polémico desde su concepción misma, y en ese sentido Benedetta se siente obsoleta y hasta ingenua a comparación de otras producciones.
Pero como digo, esto se debe más a la expectativa que a la visión del realizador como tal, que no tiene porque saciar las ansias por lo explicito del espectador. Dejando esta controversia atrás y centrándonos en puntos que pueden restar valor a la cinta, el rigor histórico y el realismo no son el punto fuerte en esta ocasión. Puede que la historia sea mucho más que el aspecto sexual de la primera capa del guión y que el director haya hablado hasta el cansancio sobre el verdadero tema de fondo, pero Verhoeven no ayuda a su película cuando sus protagonistas lucen cuerpos tonificados, pieles inmaculadas y cabelleras perfectas en una época en que verse de esa manera, en las condiciones en que se vivía era casi imposible. Por momentos las monjas parecen más modelos de pasarela que mujeres sin vanidad entregadas a una vida de sacrificios o la victima de maltrato reiterado en el caso de Bartolomea, quien en determinado momento cuenta haber sido victima de abuso por parte de su padre y varios hombres más. Otro punto que puede restar credibilidad para cierto sector es la estética kitsch con la que son escenificadas las visiones de la protagonista, que son representadas con exageradas actuaciones, precarios efectos especiales y un tono de drama romántico de aventuras que rompe con el ambiente histórico que la película, en teoría, trata de lograr, y que ha provocado risas en más de uno. Aunque esto muy probablemente fuera pensado así desde el principio por el director para dividir el mundo real de las, en apariencia, fantasías sexuales de la protagonista.
Ahora, controversias y aspectos estéticos de lado, la cinta funciona como una crítica a la hipocresía de la iglesia católica, la doble moral sobre la sexualidad de la mujer, el control al que ha estado sometida durante siglos y el rechazo a la figura de estas en posiciones de poder. El que el relato se base, aunque con libertades, en una historia verdadera, vuelve mucho más relevante una situación que, tristemente, sigue vigente en la actualidad. La Benedetta verdadera, tal cual sucede en la película, tuvo un final demasiado amargo para una mujer que logró escalar, de la manera que lo haya hecho, a peldaños en la escalera del poder que no era común en esa época. Sí las visiones o creencias de la protagonista eran verdaderas o no, el director no lo explica, ya que la misma figura en que se basa su personaje fue juzgada y rechazada por unos, al mismo tiempo que alabada por otros, tal cual sucede en la película, dejándonos a los espectadores en medio de la duda e incertidumbre sobre si las voces, estigmas y señales que vemos a lo largo del metraje son verdaderas o un invento creado por una mujer que observó como ciertas cuestiones le brindaban una posición que jamás hubiera soñado.
La película nos muestra a detalle como el personaje central pasa de una mujer devota y hasta cierto punto sumisa, a una completamente diferente que se embriaga con el poder adquirido, pero sin resolver jamás si lo que ella expresa lo cree de verdad, está sucediendo, está loca o todo en un invento para lograr un fin. Todas incógnitas que quedan de lado para los personajes masculinos, que en este caso son representados como los miembros de la iglesia de mayor rango, que ven en los milagros alrededor de esta mujer la oportunidad para medrar en el escalafón religioso, dotando a su congregación de la fama y popularidad de las que gozan otras sedes. Son estos hombres los que permiten a Benedetta avanzar y transformarse en el símbolo que el pueblo sigue, pero los que terminan destruyéndola cuando se percatan del poder que una mujer a alcanzado. Como dije ya, algo que lamentablemente sigue sucediendo hasta nuestros días.
Benedetta no va a ser una de las películas que más se comenten sobre la filmografía de Verhoeven cuando el tiempo haga lo suyo, pero en definitiva es un producto, a pesar de los aspectos mencionados, por demás logrado y actual, que se engalana con las actuaciones de Virginie Efira, Charlotte Rampling y Daphne Patakia; así como por representar lo mejor y lo peor de un director que en su momento fue un referente para cierto tipo de cine. Puede que el realizador haya visto pasar sus mejores épocas, que su visión este un poco obsoleta y pasada de moda, que la cinta sea un fogonazo que perdió notoriedad pronto a comparación de los incendios mediáticos que el director estaba acostumbrado a generar, pero en definitiva es una película que se debería ver si se tiene la oportunidad, ya que posiblemente dure poco en los cines de nuestra ciudad.