La basura y el rastro de lo que somos
Cada mañana en mi trayecto a la oficina hice de una rutinaria actividad, un hábito. Cerca de las 8 de la mañana, antes de beber el café en el automóvil procuraba ingerir una fruta, manzana o plátano en el camino, para no maltratar tan temprano al estómago.
Mi rutina iniciaba así: después de un trayecto acostumbrado, al bajar del auto solía tirar la cáscara de la fruta en un contenedor de la calle. Después de varios meses, el contenedor fue retirado y en su lugar la calle comenzó a lucir más sucia, llena de montones de basura que nadie recogía durante horas y días.
Busqué en varias direcciones cercanas un contenedor y no encontré. Por varios días llevé la basura en el auto hasta desecharla en un bote de la oficina, hasta que después en esos aburridos trayectos encontré a un trabajador de limpieza que hacía su ruta en la ciudad con escoba y bote.
Casualmente, lo encontraba siempre en la misma calle a la misma hora y empecé a desechar el resto de mi fruta en su bote- ¿Qué tal? ¿Me permite tirar mi basura? – Cada mañana, el empleado asentía con un saludo.
Todo acto cotidiano tiene su propio sentido, lo pienso en esas mañanas, tal vez para animarme o para huir de la monotonía, para creer que los insignificantes actos de los presos de oficinas, de los seres anónimos de las calles, tienen ¿por qué no? un destino especial.
¿Qué hay detrás de toda esa basura acumulada?
La pandemia demostró que hemos sido incapaces de tenerle respeto al medio ambiente. La gente comenzó a pedir comida a domicilio en grandes cantidades, a utilizar de nuevo empaques poco ecológicos, nos encerramos adentro para ensuciar más afuera. ¡Qué paradoja!
Preocuparnos por nuestra salud, cuidar los interiores, buscar una mayor vida espiritual, debería significar darle un respiro a nuestro pedazo de asfalto, a nuestro rincón urbano del planeta.
Pero no ha sido así.
Se espera que para 2025 se triplique la cantidad de desechos generados en el mundo, alcanzando 5,900 millones de toneladas anuales, debido al alto aumento en el consumo (ONU Hábitat). Lamentablemente la gestión de los desechos no es adecuada en muchos lugares del mundo y en México y La Laguna, no es la excepción.
Tirar basura solo porque sí, adquirir productos con empaques poco amigables con el entorno, nos está llevando a un retroceso: la poca conciencia ecológica que habíamos adquirido, se está estropeando.
No solo somos nuestro andar por la vida, las actividades que hacemos para subsistir, nuestras relaciones con los demás, también somos el rastro material que vamos dejando en el camino, el desecho que habla más de nosotros, de lo que muchas veces creemos.
Twitter: @Lavargasadri