Promising Youg Woman, 2020
Películas sobre venganza hay muchas, sobre violaciones otras tantas, que se unifiquen ambos temas en la misma trama no es nuevo tampoco. Entonces, ¿qué fue lo que provocó que Promising Young Woman se volviera un éxito entre la crítica y el público mundial? La respuesta es sencilla, la visión de su directora Emerald Fennell.
Aunque se trata de su opera prima, Fennell no era ninguna improvisada al momento de desarrollar este proyecto, ya que cuenta con un curriculum tan amplio como envidiable, que abarca la actuación en películas (Albert Nobbs, The Danish Girl) y series televisivas (Call the midwife, The Crown), la publicación de cuatro novelas, y el desarrollo como showrunner en la segunda temporada de la exitosa serie Killing Eve. Con todo esto como antecedente, no fue de extrañarse que su siguiente paso fuera la de llevar una de sus creaciones al cine.
Su trama puede parecer sencilla, incluso ingenua a comparación de otras con un tema central tan escabroso como lo es una agresión sexual, pero es precisamente ahí donde reside la genialidad de su guión (ganador del Oscar en la última edición, así como de una veintena de premios más), ya que logra alejarse de los lugares comunes para abrir su discurso no solo a un caso en particular, sino a evidenciar un fenómeno social: la cultura de la violación que no se ve como tal. Frases que todos hemos escuchado como “las chicas como ella se ponen en peligro a sí mismas”, “se lo está buscando”, “si tienes fama de acostarte con cualquiera no te sorprendas cuando la gente no te cree cuando dices que ha pasado algo malo”, son escupidas por los personajes con de una naturalidad escabrosa. El machismo, la disparidad con que la mujer es tratada socialmente y los abusos a los que es sometida, son los temas de fondo en esta historia que salta con soltura de un género al otro a lo largo de todo el metraje. Así pues, lo que parece un thriller en primera instancia, navega por momentos sobre el humor negro, la comedia romántica y el drama.
La historia se centra en Cassandra “Cassie” Thomas, una otrora brillante estudiante de medicina que tira por la borda su carrera y vida personal después de que su mejor amiga, Nina, fuera abusada sexualmente en el campus de la universidad a la que ambas asistían. A diferencia de otras historias, la trama no gira en torno a la víctima como tal, sino a las consecuencias que esto trae en la vida de un ser querido. Cassie no puede pasar página, no después de ver como su amiga se consumió a partir de dicha experiencia. La directora maneja a la perfección la historia, al no develar hasta muy avanzado el metraje que ha sucedido con la víctima, pero, de la misma manera que la Rebecca de Daphne du Maurier, la vuelve un personaje omnipresente que ensombrece la vida de la protagonista, al que no necesitamos ver para definir a la perfección, ya que es la misma estelar la que se encarga con obsesión de que así sea. Cassie carga con la culpa, el dolor y la impotencia a un grado patológico, y al no encontrar la justicia de la que debió gozar su amiga, se embarca en una vendetta personal contra todo individuo que intenté repetir lo sucedido. Así pues, cada semana, se adentra en una cacería para evidenciar a los asechadores disfrazados de caballeros, que se ofrecen a ayudarla, al creerla en estado de ebriedad, con la intención oculta de propasarse creyéndola indefensa.
Aunque no son pocos los que han tachado las acciones de la protagonista como sosas, buscando una historia de venganza gore, es este otro punto a favor de su historia. Cassie no es una asesina, está invadida por la frustración y no sabe qué hacer, no busca generar daño físico a sus presas, lo que quiere es evidenciarlos, hacerlos conscientes de sus actos; de la misma manera, cuando se trata de su propio género, el castigo es enfrentarlas con la posibilidad de verse inmersas en una situación como la que su amiga vivió y decidieron darle la espalda. Una condena casi católica, de la que solo puede salir bien librado quien se arrepienta de sus acciones.
Saltos de género, giros en la trama, diálogos brillantes, un soundtrack impecable y una atmósfera infantil en colores pastel que contrasta con la densidad emocional del personaje central, son aderezados por la excelente interpretación de un reparto que embona a la perfección en el engranaje que supone esta historia, y que cuenta con selecciones tan atinadas como el “good boy” por excelencia de la televisión estadounidense, Adam Brody, en un cameo como el primer patán al que enfrenta la protagonista; Bo Burnham, como el aparente hombre perfecto que hace dudar a Cassie sobre la continuidad de su obsesión; Alison Brie, como la amiga que decidió hacer oídos sordos y dar la espalda a su compañera en desgracia; Connie Britton, en una de las mejores escenas de la película, como la mujer que tuvo la capacidad de apoyar a la víctima, decantándose por el victimario; pero, sobre todo, una Carey Mulligan en el que es, hasta el momento, el papel de su vida, saltando con maestría en ese abanico de situaciones, dotando al personaje de la emoción necesaria en cada una de ellas, desde el vació, la rabia, la ilusión, el amor, la decepción y el sacrifico.
Por mucho, una de las mejores películas del 2020, que se ha vuelto estandarte para un movimiento social, y que será recordada durante muchos años.
Twitter: @cmigueldiazg
Tu reseña me despertó la curiosidad por verla y sí, efectivamente, muy buena película. Padecí lo que le sucedió a Cassie, ya iba a dejar de ver la pelicula, pero el final de fantasía (porque eso nunca sucederá en la vida real) hace que uno pueda sentirse algo redimido. Gracias por la recomendación.
Gracias por el comentario. Pienso igual, la resolución, que no vi venir y me incomodó en su momento, siento que es un gran acierto. Saber que no habrá justicia por un crimen, entonces optar por otro. Aunque como dices, es fantasía.