La Dictadura Perfecta
(La Dictadura Perfecta, 2014)
Atrevida y transgresora, esta comedia pasa como la más célebre parodia política de México, en los últimos años.
Luis Estrada se concentra en la relación que hay entre una poderosa televisión y la forma en que posiciona políticos y mangonea al Presidente de la República, la cara visible del partidazo corrupto. ¿Suena conocido? La referencia obvia es a el PRI, Televisa y Enrique Peña Nieto.
Damián Alcázar es perfecto como Carmelo Vargas, el politicastro que sirve como distractor, de una pifia mayúscula en la que incurrió el tonto Presidente, interpretado, también con fidelidad, por el limitado Sergio Mayer.
Todo lo que se relata en el guión de Estrada y Jaime Sampietro es tristemente familiar. Hay un gran escándalo, y para desviarlo se inventan otras noticias, se fabrican escándalos, se crean estrellas instantáneas para mantener ocupada a la opinión pública.
La manipulación es burda, y de ella se benefician, enriqueciéndose, tanto los empresarios de las televisoras como políticos de la talla de Carmelo, un gobernador licencioso y vulgar, que forma parte de un enorme sistema al que sirve para beneficiarse.
La Dictadura Perfecta funciona como desahogo. Estrada consigue mover hacia la indignación, al presentar, en imágenes vivas, todos los excesos de un sistema que gobierna al pueblo, y que únicamente le proporciona réditos a la clase alta, que detenta el poder.
(R. Restringido; menores de 17 deben estar acompañados de sus padres)
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@LucianoCamposG