Los riesgos del ocio

Soy la mujer que solo sirve para eso. La que nadie presenta a su madre, la que quiso abortar no una sino todas las veces. La que se quita el sostén en el cine para ser acariciada. La que aspira y suspira sobre la piel del otro. Soy esa que se perfuma y maquilla en exceso. Soy la de las faldas cortas, los pantalones apretados, los escotes pronunciados, las tetas bamboleantes sin control, la que despierta miradas y comentarios suspicaces. La del exterior llamativo, la del interior explosivo. La que no te conviene, la que se para en los salones a expresar sus pensamientos, ideas, deseos. La que fornica una noche y otra y muchas más sin guardar nombres, la que no repite cuerpos. La que ya no espera un anillo ni flores, ni un vestido blanco.  

Soy la mujer que no se encierra, no cocina, no se duerme acompañada. La de la soledad gozosa. La de la copa, la botella, el vaso rebosante de alcohol. De del canto estridente, desafinado, sin sentido, en un idioma, en muchos. Soy la mujer que se levanta en la madrugada, descalza, se baña  de rayos de luna, de adioses eternos, de olvidos perpetuos, de sal de mar, de ríos rebeldes, de asfalto. 

Soy la mujer que quisieran romper. Soy la mujer que no duerme, la que no deja dormir, la que se duerme temprano, la que no tienen horario. Soy la mujer húmeda, la seca, la deseosa, la que no gusta, la que peca, la peligrosa, la diferente, la de la imaginación y los años, a la que nadie se atreve. Soy la mujer del sexo, de la caricia, del beso profundo, la de sudores insoportables, la que no es para ti. La mujer que agota, la que te consume, la que todo bebe. 

Soy la mujer que sueñas, la pesadilla de tu realidad intolerante. Soy esa mujer de la esquina, vaga, difusa. Soy esa mujer para el rato, para pasarla bien, para no tener que pagar. La eterna. Soy la mujer que no te crees que pueda poseer libertad, la mujer que esperas ver caer, la que quisieras enjaular, mutilar, eliminar.

Soy la mujer de nadie, soy la mujer en sí misma. Soy la mujer sin aprobación, soy la mujer que se acepta con todos sus antojos. La mujer que tiene su espacio sin fronteras, su habitación propia, su cuaderno, su pluma, su memoria, su piel.

Soy la mujer esa que nadie va a querer si se sigue portando así,  la insumisa, la de todos y nadie. Soy la mujer propia, soy la mujer que quiero, soy la desheredada, la repudiada, la que da miedo, la que no se entrega. La que no quiere nietos, la de los ojos vivos, la que supo sobrevivir,  la que sabe trabajar, la que lleva comida a la mesa, cobija a la cuna, la que no tuvo miedo de criar sola, la de los mil trabajos, la que se partía en mil pedazos, la que paga la renta, la que amamanta, la del biberón. Soy la mujer que quedó, la que se fue parchando y resanando, la que marcha, la que grita, la que alivió sus golpes, la que recuperó su yo.  Esa soy.

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